
Por supuesto que ella sabía que comerse de aquella manera una piruleta era un modo de seducción, lamiendo relajadamente el caramelo, alargaba la lengua, la paseaba por la superficie con sabor a fresa y después la introducía entre sus labios, hasta que quedaba oculta en la boca. Aquello, con la combinación de su vestido color rojo a lunares, podría haber hecho temblar a cualquiera, sin embargo, Sergio la miraba impasible, tachándola con la curvatura de sus cejas de guarra o algo por el estilo y Lucia no podía evitar hacer aquello con más coquetería, sabía que él tendría un limite y necesitaba rozarlo con uno de sus dedos, deleitándose en el contacto.
Descruzó las piernas y las subió sobre el banco, poniéndose de tal forma que ahora se le veían aquellas braguitas de algodón blanco que había elegido para él. Ella era una niña, una niña de 14 años demasiado tentadora, todavía no tenía los pechos totalmente formados, pero se alzaban ligeramente bajo la tela fina, pestañas espesas y manos delgadas, una voz melodiosa y una mirada profunda que bien podría haber asustado.
Claro que tentaba a Sergio, claro que se hubiese abalanzado sobre ella y la hubiese impregnado de su olor para que ningún otro macho se la quitara. Una muñeca, la virginidad al alcance de su mano, pero ella no rozaría su limite, tenía demasiado claro que un chico de 25 años, no debía acercarse a alguien como Lucia.
La adolescente se puso de pie algo molesta cuando Sergio apartó la vista al adoptar ella esa posición, y se paseó un poco entre los dos bancos, él solo se atrevía a mirarla cuando Lucia le daba la espalda, no, no podía hacerle creer lo que no debía ser.
Ella tosió un poco y dando un botecito se giró abruptamente, topando con los ojos de Sergio, sonrió y caminó hacia él totalmente decidida, una vez delante le puso una mano en el hombro y se sujetó para poder sentarse, sobre su pierna derecha, a horcajadas, como si fuese a montarle el muslo, él tragó. Ella volvió a meterse la piruleta en la boca y se acarició un mechó que tenía junto a la cara.
-Dime algo Sergio.- pidió ella con aquella voz melosa.- ¿Crees que soy bonita?
Más que bonita, perfecta, la estrella de nieve que cae entre los copos, el color rosa de los atardeceres veraniegos.
-Eres una niña normal.
Ella se removió contra el vaquero, él era consciente de que entre ellos solo habían dos piezas de ropa, su pantalón y la ropa interior de ella. Respiró hondo y la miró a los ojos.
-No soy una niña.- replicó pegándose un poco más a él, acortando las distancias, quedándose a una centímetros del cuello que comenzó a besar.
Los labios se pegaban a la piel por el caramelo, así que después de besar, Licia lamía el dulce y Sergio se estremecía. Cuando creyó que había sido suficiente, arrastrando el trasero hacia atrás se movió contra él y salió de encima de la pierna, volviéndose a poner de pié ante su cara dejando el pecho a la altura de los ojos de Sergio. Agachándose un poco le dio un beso en la mejilla y de un mordisco se acabó la piruleta, tiró el palo al suelo y se recolocó la falda.
-Las niñas no hacen estas cosas.- Sonrió de una forma infantil y se marchó a casa.
u.u
ResponderEliminarA ver, me he quedao un poco parado por nombres edades y tal... pero la historia es chachii ^^. A ver, no digo que esté bien en plan erótico pero está interesante :)
Besito (K)
Lolita / lo (:
ResponderEliminarÑah, joder con la niña ¿eh o qué?
ResponderEliminarEncima va y le deja con las ganas xDDD.
Está bien, a mí me gusta.
Hacía tiempo que no me pasaba por aquí, ya sabes, inspiración bajo cero T_T
Te quiero Ari.
Enxuuu.