"Excuse à mes lèvres. Ils trouvent satisfaire dans les lieux les plus inattendus"

sábado, 14 de marzo de 2009

Lo que se veia.




Era tan simple como eso.
Lo que se veía.
Todos sabían que lo dos habíamos preguntado.
Todos veían nuestras miradas cruzarse.
Todos lo notaban y sabían lo que iba a pasar.
Aún así nosotros nos lo preguntábamos una y otra vez dentro de nuestras cabezas.


Jamás te atreviste a contarme como te sentías.
Que sentías por mi.

pero tampoco es ese del tema que quería hablar.

Todo empezó el día del segundo año, (si lo relacionáis con mi primera historia, y sino un día cualquiera).
Yo quería llamar la atención y tu llamaste la mía sin darte cuenta.

Persiguiéndote todo el día sin que tu te enteraras, o enterándote ¡!
Quien sabe!

Esa noche, nos conocimos.
Tras unas bebidas etílicas, los dos estábamos haciendo tonterías, pero yo bastante menos que tu.
Me quede, sin hacer nada.
Mirándote fijamente, mientras otra persona me agobiaba como una mosca!

Al final no lo pude evitar, me pareciste tan mono que solté una risita graciosa que no habrías escuchado a menos de estar pendiente de mi.

-De que te ríes?
-De ti, de que me voy a reír?

Y todo empezó.
La noche terminó mientras en un frío gimnasio “dormíamos”.
Mientras yo situada a tu lado, te soplaba en la cara y tu te auto pegabas jaja!

Cuando desperté habíais desaparecido.
Os habíais marchado.
Y no solo eso si no que me habíais dejado sola sin nadie a mi alrededor, por eso tenia tantísimo frío.

Tan solo una semana después ocurrió.
Todo entre unos sofás hablando bajito, y con la gente poco a poco cerrando los ojos.

Y cerró los ojos.

Entonces tú y yo que estábamos medio abrazados, nos giramos exactamente al mismo tiempo y nos empezamos a besar con esa intensidad que nunca había vivido.

Todos los demás en la habitación se quedaron mirándonos con unos ojos como platos.

Y esa noche, el sofá fue nuestro.
Y la gente era como si no nos viera.

Así paso una vez tras otra.
Siempre empezaba todo de 0.
Y yo estaba harta.
Si te importaba o no?
Nunca lo supe.

Ahora lo puedo imaginar.

Tras tener un dolor en la boca del estomago, creyendo que no te importaba, decidí dejarlo todo de lado.
Y te abandoné.

Viví nuevas experiencias más dolorosas aún.

Y luego me di cuenta de lo que había hecho.

Tras una noche de reconciliación, en la que los dos deseábamos lo mismo, (pero que no podía ser por un icono que sobraba!) ese grado de frustración aumento nuestro mutuo deseo.

La siguiente noche ocurrió.
Lo leíamos en nuestros ojos.
Nunca me había desnudado tan rápido.
Nunca había pasado una noche tan increíble.
Nunca te había tenido tan conectado a mí.
Nunca habías sido mío.

Esa noche fuiste mío, todo lo mío que yo quise.
Aunque esa vez hubo algo curioso.
No te separaste de mí.
Me seguías abrazando cuando desperté.

El día siguiente fue muy feo.
Me marche y nunca se volvió a repetir.

Y hoy por fin después de hablar contigo, no he podido evitar recordar, cada mirada, cara deseo, cada abrazo, cada mente leída.
Como me mimaste, como me cuidaste, como te hiciste cargo de mí, como si de una niña se tratase, o mejor dicho, como cuidaste de esta, que por entonces era una niña.

Este deseo es incitante.
Pero me encanta darme cuenta, de que lo que de verdad deseo no es, ni tus inigualables abrazos, ni que Ester dentro de mí.
Porque simplemente…

No te deseo a ti.

2 comentarios: