"Excuse à mes lèvres. Ils trouvent satisfaire dans les lieux les plus inattendus"

jueves, 12 de marzo de 2009

Bajo la manta.


Me sorprendí mirándote, otra vez. Y, otra vez, volvieron todas las imágenes, todos los recuerdos, todo lo vivido, y los sueños de lo que jamás viviría, de lo que nunca sería. Y pese a saber que ya todo era imposible, ahí estaba yo, otra vez, recorriendo tu cuerpo con la mirada, desando poder hacerlo con mis propias manos.

Me alejé, o al menos lo intenté. Pero tú me seguiste, y yo no me di cuenta hasta que te sentaste a mi lado. Quizá pensaste que así era mejor, pero yo apenas oía lo que decías. Demasiado cerca, solo podía pensar en que estabas demasiado cerca. Estábamos solos, y yo deseaba aprovecharme de aquella soledad. Tumbarte sobre mí en aquella habitación fría y saborearte, poco a poco. Acariciar con mis labios tu piel, como si fueras mío y solo mío, como si pudieras serlo.

Pero tú solo me abrazaste. Mi corazón se aceleró, pero si aún no habías adivinado lo que yo estaba sintiendo no me sorprende que no fueras capaz de escucharlo. Volvimos en silencio, con todos los demás.

Era de noche, y me acosté a tu lado. La misma manta, tú en pijama y yo no. Hacía frío y me pegué a ti cuando pude. Al principio me tumbé encima de ti, pero era demasiado. Los demás dormían alrededor.

Notaste que tiritaba, y pensaste que era por frío. Me abrazaste para darme calor, y temblé más. No pude aguantarlo más, y empecé a recorrer tu cuerpo con mis dedos, muy lentamente. Y entonces tú, sorprendiéndome una vez más, empezaste a acariciar mis piernas desnudas. Te acercaste más a mí. Sustituí mis manos por mis labios, y con ellos rocé suavemente tu cuello. Con mi lengua y mis labios me entretuve con tu oreja… Mientras tú gemías, me acercaste más a ti. Poco a poco giraste la cara y me miraste a los ojos. Solo fue un segundo, un segundo eterno. Y, finalmente, tus labios encontraron los míos.

Y allí, los dos bajo la manta, sabíamos que aquello era un juego prohibido, sabíamos que mañana solo quedaría dolor. Pero no importaba, porque por una noche pude creer que me querías. Entre besos y mordiscos, tus manos me exploraban, y yo tenía que esforzarme por no gemir, por no gritar. Los demás a nuestro alrededor, ajenos a lo que ocurría bajo aquella manta, fueron nuestro límite.

No dormimos. Quería aprovechar cada segundo, cada beso, cada caricia. También tenía miedo de despertar al día siguiente y no saber si había sido real.

Pero la noche llegó a su fin, y la luz comenzó a filtrarse por las ventanas, y ya ni siquiera la manta podía protegernos del nuevo día. Lentamente, te apartaste de mí, y nos hicimos los dormidos.

Pero yo todavía notaba tus manos sobre mí, tu olor sobre mi piel. Mi cuerpo todavía palpitaba, y tú todavía no te atrevías a moverte. Por eso, supe que no había sido un sueño.

8 comentarios:

  1. ¿Sabes? Me encanta como escribes y ¿Sabes? Es angustiosa esa sensación de ocultación y de saber que por la mañana todo será agotamiento y dolor pero ¿Sabes? Yo aun saboreo las veces que he tenido que ocultarme, al final son las que perduran.


    Pienso subir una muy hardcore xD

    Te quiero Ari

    ResponderEliminar
  2. Este no lo ha escrito Ari..

    Pero gracias!

    ResponderEliminar
  3. Este texto me encanta, me he puesto en situación y tía se me han puesto los pelos de punta, he vivido algo parecido y sé lo que se siente.

    Las tentaciones prohíbidas son las que más recuerdas.

    Me encanta.

    ResponderEliminar
  4. yo si se kien es.
    desde el color d ela letra, xro en realidad podia ser otra persona, xro ha sido empezar a leer inconfundible...
    te quiero

    Lili

    ResponderEliminar
  5. Supongo que soy demasiado predecible...

    ResponderEliminar
  6. Yo tengo una ligera sospecha de quién puede ser ^^ y repito que me ha encantado.

    ResponderEliminar
  7. se que no lo ha escrito Ari, es más me falta una coma, era: te quiero, Ari. XDD

    ResponderEliminar
  8. Genial, entonces todo el mundo sabe quién soy.. Mmm, finjamos que es anónimo.

    ResponderEliminar