"Excuse à mes lèvres. Ils trouvent satisfaire dans les lieux les plus inattendus"

martes, 31 de marzo de 2009

Lucy


Por supuesto que ella sabía que comerse de aquella manera una piruleta era un modo de seducción, lamiendo relajadamente el caramelo, alargaba la lengua, la paseaba por la superficie con sabor a fresa y después la introducía entre sus labios, hasta que quedaba oculta en la boca. Aquello, con la combinación de su vestido color rojo a lunares, podría haber hecho temblar a cualquiera, sin embargo, Sergio la miraba impasible, tachándola con la curvatura de sus cejas de guarra o algo por el estilo y Lucia no podía evitar hacer aquello con más coquetería, sabía que él tendría un limite y necesitaba rozarlo con uno de sus dedos, deleitándose en el contacto.


Descruzó las piernas y las subió sobre el banco, poniéndose de tal forma que ahora se le veían aquellas braguitas de algodón blanco que había elegido para él. Ella era una niña, una niña de 14 años demasiado tentadora, todavía no tenía los pechos totalmente formados, pero se alzaban ligeramente bajo la tela fina, pestañas espesas y manos delgadas, una voz melodiosa y una mirada profunda que bien podría haber asustado.

Claro que tentaba a Sergio, claro que se hubiese abalanzado sobre ella y la hubiese impregnado de su olor para que ningún otro macho se la quitara. Una muñeca, la virginidad al alcance de su mano, pero ella no rozaría su limite, tenía demasiado claro que un chico de 25 años, no debía acercarse a alguien como Lucia.

La adolescente se puso de pie algo molesta cuando Sergio apartó la vista al adoptar ella esa posición, y se paseó un poco entre los dos bancos, él solo se atrevía a mirarla cuando Lucia le daba la espalda, no, no podía hacerle creer lo que no debía ser.
Ella tosió un poco y dando un botecito se giró abruptamente, topando con los ojos de Sergio, sonrió y caminó hacia él totalmente decidida, una vez delante le puso una mano en el hombro y se sujetó para poder sentarse, sobre su pierna derecha, a horcajadas, como si fuese a montarle el muslo, él tragó. Ella volvió a meterse la piruleta en la boca y se acarició un mechó que tenía junto a la cara.

-Dime algo Sergio.- pidió ella con aquella voz melosa.- ¿Crees que soy bonita?

Más que bonita, perfecta, la estrella de nieve que cae entre los copos, el color rosa de los atardeceres veraniegos.

-Eres una niña normal.

Ella se removió contra el vaquero, él era consciente de que entre ellos solo habían dos piezas de ropa, su pantalón y la ropa interior de ella. Respiró hondo y la miró a los ojos.

-No soy una niña.- replicó pegándose un poco más a él, acortando las distancias, quedándose a una centímetros del cuello que comenzó a besar.

Los labios se pegaban a la piel por el caramelo, así que después de besar, Licia lamía el dulce y Sergio se estremecía. Cuando creyó que había sido suficiente, arrastrando el trasero hacia atrás se movió contra él y salió de encima de la pierna, volviéndose a poner de pié ante su cara dejando el pecho a la altura de los ojos de Sergio. Agachándose un poco le dio un beso en la mejilla y de un mordisco se acabó la piruleta, tiró el palo al suelo y se recolocó la falda.


-Las niñas no hacen estas cosas.- Sonrió de una forma infantil y se marchó a casa.

lunes, 23 de marzo de 2009

Hundida

Nunca entenderá, el porque de las fiestas del jueves por la noche.
Se despierta, y esta sola en la cama.
Hace frió, demasiado. No solo esta vacía, ni siquiera se ha deshecho por el otro lado. Aún no ha llegado.
8:00
Se levanta se ducha, esta desesperada!
No llega, pues puede que cuando el despierte la que no esté sea ella. Llueve, los dias de lluvia no le gustan, no cuando no puede salir a saltar en los charcos.
Mientras está en la ducha escucha la puerta.
Sale, esta tirado en el suelo, y muy borracho. Haciendo fuerza lo lleva hasta la cama, lo desnuda.
Le pone el pijama y lo deja acostado.
Se termina de duchar, sale y el esta de pie en el pasillo.
-Te encuentras bien quieres vomitar?
No contesta. Se acerca a ella la abraza...
-Estas borracho porque no te das una ducha?
La coje con fuerza le quita el albornoz y lo lanza.
-Para, tengo que irme, tengo clase no puedo faltar!

La coje y la estampa contra la pared!
-Dejame! No quiero! Sueltame!
-Eres mia, no tengo porque soltarte.
Nunca había conocido esa parte de el...
Le hace daño! El no es así! No pensaba que fuera así al menos!
Siempre había sido dulce...
La tira al suelo, se tumba encima de ella y la agarra por las manos!
-No! dejame! Respetame como mínimo no? Sueltame!

No se puede deshacer de el...
La penetra, ella se resiste, le hace daño y más daño!
No para...

Consigue soltarse y restregandose por el suelo moverse, esta boca abajo ahora pero el no la deja marchar...
Consigue llegar hasta una figura que había en medio del pasillo... No se atreve...
Ella le quiere le no es así... no entiende que ocurre...
Le muerde!

El para, se aparta.
Se queda con los ojos abiertos como platos...
-Que he hecho...?
Llora, ella llora ella no puede evitar llorar, se siente sucia.
El no reacciona... no puede, no sabe...

Se acerca a ella y ella no lo rechaza, pero ve en sus ojos el daño que le ha hecho...
El la quiere es lo unico que tiene, a ella...
Si se acerca ella tiembla tiene miedo... le tiene miedo...

No soporta esa sensación dentro de el...No puede que puede hacer?
En unas horas a sobrepasado un límite al que nunca se había acercado...

Ella saca todo su valor...
Aún recuerda donde guardo la maleta cuando llegó allí.
En realidad no se quiere marchar...
Pero que puede hacer?
La había violado...

Queria borrar ese día de su vida...
Se encierra...
Mete cuatro trapos, y le escribe en un papel:
[Ya te mandaré mi nueva dirección, y así me mandas el resto de cosas. La cena está en la nevera.]

Sale al pasillo y lo ve roto, llorando.
Un día le enseñaron que nunca debia permitir que un hombre la maltratara, que se debia hacer respetar.
Va bajo los efectos del alcohol.

-Por favor...no te marches...are todo lo que quieras... pero porfavor... eres todo lo que tengo no me dejes aqui solo...
-Yo no te dejo solo. Tu me dejaste sola anoche.

Coje los cuatro trastos y sin cojer las llaves se larga.
Será de lo que más se arrepienta en su vida.
Y ya no sabe, si se marcha, por lo que le ha hecho, o porque sabe que no podra soportar su mirada de dolor.
Cuando la compadezca, como si ella no fuera una persona lo suficientemente fuerte como para protegerse.



Le mandó la dirección.
No recibió nada.
Le llamo y no estaba encendido.
La localizo una antigua amiga.
Se había suicidado y había dejado una pequeña nota:
Ni con este castigo, me arrepentiré lo suficiente.

Te quiero.

Alcohol en vena



-Voy borracha.- Declara Lucía al entrar al baño, quiere cambiarse de ropa y quitarse sus tacones.

-Yo también.- admite Cesar mientras cierra la puerta con pestillo. –Necesito una ducha caliente.- Se saca la camiseta por la cabeza, Lucia deja de respirar (¿Cómo de caliente? Pregunta su perversa mente) y suelta una carcajada al verlo, llevaba meses sin observar el cuerpo de Cesar y no recordaba la manera en que la recalentaba.- Pero no mires.

-Claro que voy a mirar, te estás desnudando delante de mí.

Cesar sonríe ya en calzoncillos y apaga la luz del baño, se quedan en penumbras, aun se ve algo.

-Venga, date la vuelta.

Suelta una risita al ponerse de espaldas a la ducha, muerta de ganas por girarse y vislumbrar como el agua viaja por la piel de Cesar.

-Date tú también la vuelta, tengo que cambiarme.- Se descalza y consigue deshacerse de aquellas molestas medias que ha estado subiéndose toda la noche.- ¿Sabes? Siempre he querido acostarme contigo. – De nuevo ríe y se baja la falda empujándola con un pie.

El agua aun no se ha puesto en marcha y piensa en volverse para buscar la mirada de Cesar ante aquella declaración. No lo hace.

-¿Sigues ahí?- Pregunta esperando que él conteste.

-Sí.- Susurra despacio y cálidamente en el oído de ella, como un ronroneo, pecho contra espalda.
Lucia se plantea tirar las piernas hacia atrás y entrar en contacto pleno con él. Tampoco lo hace. No esperaba aquel asalto, pero lo estaba deseando. Las manos de Cesar se colocan al borde de su camiseta, tira hacia arriba. Cuando el trozo de tela cae al suelo, ella lo vuelve a apartar con el pie.
Deberían tener frío, en cambio arden.

Lucia empieza a darse la vuelta.

-Te he dicho que no mires.- Cesar la muerde en el hombro y sujeta sus manos.

La ropa interior de Lucia se humedece y gime un poco por la mezcla de dolor y placer que la deshace de dentro hacia fuera. Aprieta los dientes y se retuerce dando un paso hacia atrás. Él se mantiene en su sitio, al siguiente empujón pierden la estabilidad y ambos caen al suelo, Cesar la suelta y se echan a reír como dos niños que solo jugaban.

-¿Te he hecho daño?- Dice ella intentando ponerse en pie, él se lo impide y a base de hacer fuerza consigue tumbarla contra el suelo del baño, boca arriba. Cesar niega con la cabeza y gatea sobre ella hasta quedarse a la altura de su boca, no la besa, no se besan, se miran y sonríen con complicidad.

Bendita tortura puede llegar a ser una lengua, que inicia su recorrido en la oreja, descendiendo por el cuello, miles de llamas que encienden un cuerpo. Se detiene para deshacerse del sujetador de Lucia y se entretiene tras quitárselo, en sus pechos redondeados con piel de gallina, saliva por todo el cuerpo, llega al ombligo y juguetea con el piercing, continúa, evade las bragas, las salta y Lucia maldice. Mordisquea los muslos, besa sus rodillas y la mira. Ella está enfadada.

Cesar le coge las piernas y las separa. Entonces su lengua lame donde ella lo necesita con el tejido de por medio, mientras le pellizca el costado. Lucia le tira del pelo y alza las caderas. Se miran, se ríen.

Él se deja caer al lado de ella. Lucia cree que tiene fiebre por el cuerpo y no puede evitar los jadeos, todo el mundo da vueltas y las sombras se mueven a su antojo. Con un dedo recorre la piel de Cesar, despacio, muy despacio y le tararea una canción estúpida en el oído. Le muerde el brazo.

-Puta, duele.- se queja.

Sonríe y para. Para el mordisco, el dedo ha seguido bajando y ahora acaricia el abdomen, aplana la mano abarcando toda la superficie que puede, sin vergüenza se mete por debajo de la goma del slip, él cierra los ojos, pero ella no puede verlo con claridad. Envuelve el miembro, se relame los labios.

-¿No ibas a ducharte?

Ahora es la mano de Cesar la que se cuela entre la humedad de Lucia. Se imagina a toda la gente que debe haber bajo y eso la excita más. Ambos aceleran el ritmo. Pega el cuerpo al de él, sus pezones endurecidos acarician el pecho de Cesar. Le lame el cuello sin dejar de masturbarle y busca su boca, de nuevo a escasos centímetros y los gemidos de uno se confunden con los del otro, huelen a alcohol. Él se acerca, quiere besarla, Lucia se aparta y sonríe, aquello acaba en bocado, ese es su castigo, pero cada vez que Cesar le clava los dientes Lucia cree morirse del gusto.

Empiezan a temblarle las piernas, lo sostiene con más fuerza, le besa la oreja, le jadea, mordisquea su lóbulo y se deshace contra la mano de él. Cuando Cesar ve como Lucia arquea la espalda aprieta la mandíbula y pone esa cara de malo que ponen todos, lascivia, se corre. Ella se ríe satisfecha, aun están borrachos. Alargan la mano hasta el bidet para lavársela y se acurrucan después el uno en el otro.

Tocan a la puerta, cierran la boca, intentan abrir.

-Ey, quien esté dentro que abra.- dice una voz al otro lado.

Cesar señala a Lucia y le hace un gesto para que hable. Ella duda.

-No puedo, ahora saldré, se me ha caído encima bebida y voy a darme una ducha caliente…
Si alguien vuelve a preguntarme haré otro ¬¬

El hombre del cigarrillo.


Ding dong. El timbre.

Gisele mira el reloj. No lo espera tan pronto, aunque ya está lista. De todos modos, decide hacerle esperar. Él llama dos veces más.

Deja que llame una tercera y se quita los pendientes. Avanza despacio hacia la puerta, y la abre a la vez que finge ponerse los pendientes.

- Espera un momento, ya casi estoy.


Gisele sabe guardar las apariencias. Pasea cogida del brazo de él, le sonríe y finge que le escucha. Se deja arrastrar a un restaurante elegante. Come y se comporta con elegancia, se mueve con gracia. Una chica refinada, toda una señorita. Una mujer seria.

Pero no, la seriedad no le va demasiado. Lo que ella espera de ese hombre es sexo. Única y exclusivamente. Si se deja llevar a cenar es sólo por guardar las apariencias, aunque está segura de que su acompañante sabe perfectamente qué clase de chica es ella. Una chica fácil.

Terminan de cenar. El café en mi casa, ofrece Gisele. La cuenta y la última copa. El camino de regreso es lento, aunque los dos quieren terminar cuanto antes.

Adicta. A Gisele le gusta mucho el sexo, pero los hombres la aburren. Por eso, cada vez es con uno diferente. Adicta. Pero últimamente el propio sexo la aburre.

Llegan a su casa. Él va al baño, y ella entra en la cocina, sin la más mínima intención de hacer café. Un vaso de agua y mira por la ventana.

Ya no se siente excitada. Saber que va a tener sexo le provoca la misma emoción que fumar un cigarrillo. Sabe que es placentero, pero también sabe que se lo va a fumar, sí o sí. Un polvo y un cigarrillo, sólo duran un par de caladas. Adicta, no excitada.

Ahora quiere un cigarro. Mira por la ventana, mientras espera a que él vuelva. Fumará después. Siempre ha pensado que esa ventana es demasiado grande para una cocina. A menos de cinco metros hay otro edificio. ¿Para qué una ventana tan grande para ver sólo ladrillo?

No, no es sólo ladrillo lo que ve. Desde ahí puede ver otra ventana, una sola, la única a esa altura del edificio de enfrente que da a esa calle. No es tan grande, y la luz está apagada.

Se oyen pasos en el pasillo. Él está viniendo, pero Gisele sigue mirando la ventana de enfrente. Y entonces distingue, en medio de la oscuridad, un punto rojo, que aumenta y decrece.

Él entra. Se acaba el teatro. La rodea desde atrás y empieza a morderle el cuello. Pero ella sigue mirando. Ahora alcanza a ver una oscura silueta, casi invisible en la oscuridad. Un hombre la está mirando, mientras se fuma un cigarro.

Mientras, él ha subido sus manos hasta sus pechos, y se los masajea con ansia, y le muerde ahora la oreja. Ella gime para contentarle, y sigue mirando. Sabe quien es el hombre que la mira. Compra el pan en el mismo horno que ella, y es socio del mismo videoclub. Más próximo de los cincuenta que de los cuarenta, es un de esos hombres que solo se vuelven atractivos cuando en su cabello empiezan a aparecer canas y dejan de afeitarse a diario. Uno de esos hombres a los que el paso del tiempo les vuelve sexys.

Él sigue masajeándole los pechos. Le ha quitado la blusa y le ha descolocado el sujetador. Ella sigue mirando, y el hombre del cigarrillo la mira también. Ella no puede verle la cara, pero sabe que mira. La mira y fuma, y ella se excita. Quiere que siga mirando, mientras otro hombre se la tira. Quiere que mire, quiere que vea todo lo que va a hacer.

Se gira y besa al hombre que va a formar parte de su función. Lo giro y lo estampa contra la encimera, y ella se pone enfrente. De este modo, puede seguir mirando a la ventana. Se quita el sujetador y deja que él le lama los pechos, mientras ella le baja la cremallera del pantalón. Se agacha y libera su erección. El jadea mientras ella hace. Gisele sabe que el hombre está viendo eso, y se lo introduce más adentro.

Se incorpora. Él sigue jadeando, y ella mira la ventana mientras se relame. Se desnuda y lo aparta de la encimera. Se tumba boca arriba, con las piernas colgando hacia el suelo, y la cabeza hacia atrás. Así puede mirar la ventana, aunque lo ve todo al revés. Él hace ademán de desnudarse también, pero ella le dice qué quiere que haga.

Los hombres la aburren. La fastidian. Nunca saben lo que una mujer quiere. Hay que explicarles constantemente qué es lo que tienen que hacer. La aburren.

Mientras él recorre con la lengua su interior, ella grita. Lamenta entonces no tener la ventana abierta para que el hombre pueda escuchar sus gritos. Se corre, más por la excitación de ser observada que por el placer que le están dando.

Lo coge ahora de la camisa y lo tumba sobre la encimera. Le quita los zapatos, los calcetines, los pantalones y los calzoncillos. Le deja puesta la camisa, y de reojo puede ver el cigarrillo encendido en la ventana de enfrente.

Abre las piernas y se coloca encima de él. Poco a poco lo introduce dentro de su cuerpo. Empieza a mover las caderas arriba y abajo. Apoya la cabeza en su hombro derecho, y gira la cabeza en dirección a la ventana. El hombre sigue allí. Gisele sonríe y entonces se mueve más y más rápido, subiendo y bajando más las caderas, con más fuerza, casi con violencia. El cigarrillo del hombre todavía no se ha consumido.

Finalmente él se corre, después de que ella haya tenido otro orgasmo, del cual él no tiene el mérito. Gisele se incorpora, quedándose sentada en la encimera, desnuda, y lo empuja para que baje.

Mientras él se viste, ella contempla la ventana. Busca entre su ropa, y saca su pintalabios rojo. Se pinta los labios con la boca entreabierta. Mientras el hombre da su última calada, ella besa el cristal, dejando la marca de sus labios. Un beso para su espectador. A ti te dedico este polvo.

El cigarrillo casi se ha consumido por completo, pero antes de que el hombre lo apague, Gisele puede distinguir con facilidad, a pesar de la oscuridad, la sonrisa morbosa y pícara que el hombre le brinda.

El espectáculo le ha gustado.

domingo, 22 de marzo de 2009

Revolviendo el futuro...


Viaje de vuelta.
Tres horas encerrada en un tren.
La despedida ha sido horrible.
Y al final nadie me ha acompañado a visitarte.
La verdad tampoco quería.
Así tenía más tiempo para estar a solas contigo.

Los últimos meses estuvimos muy juntos, muy unidos.
Hasta te tuve que compadecer, cuando te despediste de tu novia, y de tu exnovia.
Seis meses sin verte. Unas tremendas ganas y tras un accidente el tren se retrasa dos horas!

Me habíais preparado una cena pero os dije que hicierais marcha.
Gorka me recoge a las 11:30 en la estación de sants.
Nos dirigimos directamente a su piso.
De tus tres compañeros de piso solo conozco a uno pero no es momento de presentaciones.
Nos encerramos.
El abrazo que tanto había esperado. Sí, valía la pena haber venido.
Me coges en brazos y me lanzas sobre la cama.
Cuantas cosas que contarnos.
-Layla, mañana quiero hacer una locura…
-Pero…sobre que?
Sonríe.
-En realidad no creo que aceptes…
-Pero que es?
-Vamos a tatuarnos lo que tu quieras pequeñito, escondido, pero que nos una.
-Jaja! estas loco!
-Aceptas?
-Acepto
-Tienes sueño?
-Bastante.
-Ponte el pijama y a dormir!
-Jaja

Me quito la ropa, no será la primera vez que me ve desnuda.
Me acuesto y obviamente iba a dormir conmigo.
Ahora los dos solteros, los dos que nos gustamos…
La habitación tiene cerrojo.
Diez minutos después ya estaba cerrado.
Los dos sabíamos como iba a terminar.
Me das un beso en el cuello, me acaricias la barriga, como sabes lo que me gusta!
Sabías que no te iba a rechazar.
Te pones encima de mi.
Nuestras piernas cruzadas, tu acariciándome toda, con ropa, pero toda.
Me quitas la camiseta lentamente, y luego el sujetador.
Con tu lengua repasas mis pechos poco a poco, con la mano acaricias, y luego tocas, fuerte.
-Me encantas.
-Sabia que iba a pasar…
-Cuanto tiempo…
-Cuantos años…

Te quito la camiseta.
Tus manos dentro de mi pantalón y besándome.
Y es que una vez empiezas no se puede parar.
Bueno si, pero nunca con una sonrisa.
Me quitas el pantalón, y con el las bragas.
Tu boca empieza a bajar, tu mano restregándose y dentro de mi un dedo, y de mi boca un gemido!
Como me puedes poner tanto!
Y tu boca, y tu lengua!
No me puedo estar quieta!
Me retuerzo de placer entre las sabanas!
Me pones encima, te como todo el cuello, se como te gusta, te soplo…
No era la primera vez…
En mi cabeza no cabe nada más…
Te quitas le pantalón…
Dentro de mí!
Que intenso, que exagerado!
Prácticamente no he podido participar…
Grito! Nosepuede evitar!
Pero en poco tiempo estas gritando tu…
Vuelto a gritar, y otra vez…
Terminas, me abrazas, me besas…
Te beso!
Nuestras lenguas no se quieren separar…
Y volvemos a empezar…
Al día siguiente la locura. Me dolía. El tatuaje estaba bajo el ombligo a la derecha.
Una semana y tres horas en un tren y aún me dolía.
Una preciosa estrella que te iba a provocar dormir unas semanas boca abajo.
Tu lo llevabas en la espalda.
Llego a Valencia.
Aquí no me recoge nadie.
No me puedo quitar tu propuesta de la cabeza!
[-Quédate no te marches…
-Mitren sale en dos horas…
-No lo cojas, no vuelvas quédate aquí conmigo…]
Recuerdo la noche que te marchaste. No pude dormir. Decidí no marcharme contigo. Aún no. De las siete personas que más me habían importado me quedabais dos.
Y en diferente ciudades. Mi familia era diferente, a nadie le importo el día que me marche de casa.
Vosotros sois mi verdadera familia. Llego a casa y entro. Ahí esta mi compañero de piso Jorge. La segunda persona.
A el no le podía dejar solo en esta ciudad.
O se venia conmigo o no me marcharía. Pero tampoco podía vivir con los dos.
En el último mes me había acostado con los dos. Varias veces.
No quería que viera mi tatuaje.
De cada cosa que me hacia se enamoraba más de mi cuerpo.
Y sabía que le iba a gustar y eso terminaría en su cama. No al día siguiente aunque sabia que a Gorka no le iba a importar.
Tal vez un poco de celos pero nada más.
Abrazo a Jorge con cuidado de no hacerme daño con el tatuaje.
-Te he echado de menos…
Que le podía contestar? Una mentira? La verdad…
-Yo también…
Mi cabeza es un puto batido de fresas con nata!
-Me voy a la ducha.
-OK

Voy desnudándome y pum! Entra de repente al cuarto de baño!
-Te has hecho un tatuaje?!!
-No te han enseñado a llamar!!!
-Es que te esta llamando Gorka…
-Ah…
Tras la ducha salgo a hablar con el…
-Te gusta el tatu?
-Si te queda way…
-oye…
-Que?
Le cuento lo de Gorka creo que se merece saberlo…
Se queda mirando el suelo.
-Me quiero ir a vivir a Barcelona.
-Que?!!!
-No te puedo obligar a que te vengas pero…me gustaría…
-Te vas? Y yo que? Me quedo aquí? solo?
-Tienes a los demás…
-Los demás? Si quisiera estar con los demás viviría con ellos y no contigo!
-Entonces me quedo…Yo no quiero separarme de ti…
-Me voy contigo…
-ENSERIO?
-Sí! Me voy contigo! Es lo que tu quieres desde hace mucho! Además allí hay más curro…

Le abrazo…nunca pensé que seria tan fácil…que lo conseguiría…me mima…
Se queda con su cabeza en mi hombro…Se viene…nos vamos…

No había que ser muy listo para saber que Gorka no estaba enamorado de mi.
Era una dura amistad muy fuerte, pero con algún que otro derecho…

-Te quiero, no puedo vivir sin ti…si tú te vas, yo me voy contigo…

Jorge se me estaba declarando…
Me deje caer y rápidamente me atrapó. Mis lágrimas caían sin parar.
Me secó la cara y me tumbó en el sofá.
Directamente se tumbo encima de mí. Cariñosamente y con su cabeza en mi barriga.
Observando mi tatuaje.
Yo no había dicho ni una palabra. Fue repentino. De esos venazos que me dan a mí.
Darme cuenta de algo que no podía ocultar.
Yo no podía vivir sin el ni el sin mi. Eso significaba algo. Me giré y me puse encima de el. Le empecé a besar.
-ámame
Me cogió y nos fuimos a la cama.
No me lo estaba follando. Estaba”haciendo el amor”.
Era lo mismo pero al mismo tiempo todo lo contrario. Le quite la camiseta. Los pantalones…
Me coge las manos y las pone donde más le gusta…
En su inconfundible erección…
Le gusta…Se corre, y tras eso me desnuda rápidamente. Tampoco llevaba mucha ropa…
Dentro de mi. Había estado muchas más veces, pero esta vez era diferente…
Me provoco un orgasmo, un gemido, otro, pero después, una sensación d ela que no me pude desprender…
Y se quedó abrazado. Se durmió…
Yo empecé a pensar en nuestro piso…
En Barcelona.

Al final fueron tres estrellas las tatuadas…
Y fue un piso para tres…

Confusión.


Carlota no sabía exactamente cuánto hacía que conocía a Fernando. Sabía que no era mucho, tan sólo un par de meses, tal vez tres, tal vez cuatro. De hecho, no podía decirse que realmente lo conociera. Él no se había dejado.
Y ahora pensaba en él y se sentía estúpida. Estúpida por todas las lágrimas que había vertido por él, y por las que no conseguía secar aún.
Estúpida.
Fernando era… no podía decirse que fuera el amor de su vida, ni nada parecido. A veces se confunden amor y obsesión, y esto es lo que le sucedió a Carlota. Fernando era su obsesión, su gran capricho.

Fue una de esas noches. Los de siempre, donde siempre. Carlota no tenía demasiadas ganas de ir, pero Jaime se lo había pedido. Carlota no era una persona fácil de convencer, por eso se sorprendió al ceder tan fácilmente. Pero, ¿para qué engañarse a sí misma? Jaime era un chico diferente a cuántos había conocido. Cuando lo conoció, pensó que era sólo fachada, pero pronto descubrió que estaba totalmente equivocada. Resultó ser una persona realmente singular, y a Carlota la maravillaba. Él había confiado en ella desde el primer momento, y pronto e hicieron amigos. Disfrutaba mucho de su compañía, por eso acudió esa noche. Por él.
Como cada fin de semana, acudieron a casa de Samuel. Eran muchos, y la noche era larga. Carlota no quería separarse de Jaime. Con él se sentía segura, protegida, sobretodo protegida de Fernando. Pero Jaime iba a la suya, y Carlota no quiso pegarse toda la noche a él, como una niña, para no agobiarlo.
Estaba más pendiente de Fernando, pero de él intentaba mantenerse alejada.

Iba pasando la noche, y el alcohol se sumó a la fiesta. Como siempre, al principio todo fueron risas. El alcohol vuelve a todo el mundo simpático y divertido, pero sólo al principio. Las lágrimas no tardaron en aparecer de nuevo, pero esta vez más escasas.
Carlota lloraba por Fernando, como de costumbre, o quizá por costumbre. Buscó a Jaime para refugiarse en sus brazos, y él la estrechó con fuerza. Se sentó encima de él mientras él prestaba atención a otras cosas, pero de vez en cuando la abrazaba o la besaba con dulzura en la cabeza, en la mejilla o en el cuello, como para recordarle que seguía ahí, protegiéndola.
Y entonces, oh vaya, ¡sorpresa! Carlota se dio cuenta de que no cambiaría ese momento por nada. No cambiaría esos brazos que la rodeaban por ningunos otros, ni siquiera por los de Fernando. Ni una sola vez con Fernando se había sentido tan bien como se sentía en ese momento con Jaime.
- ¿Tienes sueño?- le susurró a la oreja. Carlota se estremeció.
- Sí-. No escuchó su propia voz al responder.
- Venga, vámonos a dormir.
Encontraron una habitación en la segunda planta. Era pequeña. Una cama con cabecera de madera coronaba la estancia. A la derecha, una mesita de noche, con tres cajones y una lámpara sin bombilla. A la izquierda, un gran armario, demasiado grande pare esa habitación, dificultaba la entrada a la habitación, pues impedía que la puerta pudiera abrirse completamente. La única luz que había era la que se filtraba a través de las cortinas, blancas, que llegaban hasta el suelo..
A trompicones llegaron a la cama. Sin desvestirse, Jaime se tumbó boca arriba, cogió del brazo a Carlota y la arrastró con él. Le cayó encima. El la abrazó con fuerza y giró la cabeza hacia el otro lado. Pasaron unos minutos sin que ninguno dijera nada, hasta que Carlota creyó que se había dormido. Aprovechó para ponerse cómoda. Con cuidado se quitó los zapatos y las medias, y se colocó boca abajo, justo encima de él, y rodeo su cuerpo con los brazos. Al notarla encima, el la abrazo más fuerte, apretándola contra su cuerpo, y le dio un beso en la mejilla.
Pero Carlota había decidido que no se iba a contentar sólo con eso. Cambió de posición, de manera que su sexo rozara el de él, y le dio con húmedo beso detrás de la oreja. Al momento se arrepintió. Él era su amigo, no la veía así.
¿Qué demonios estaba intentando hacer?
Pero él no se apartó, ni pareció molestarse. En vez de eso metió su mano bajo la camisa de Carlota, y empezó a acariciar su espalda, mientras la otra la deslizaba despacio hacia su cadera. A Carlota le gustaba prolongar estos momentos, alargarlos para incrementar el deseo, el suspense, la emoción, pero ya no podía más. Con una mano acarició los labios de él, y con la otra le giró la cabeza, pero fue él quien la besó.
Dulce y tímido al principio, ardiente y desinhibido después. Él deslizó las manos desde la espalda de ella hasta su trasero, y allí hundió las manos debajo de su falda, acariciándole con fuerza, y la cogió impulsándola desde las nalgas para subirla más arriba, obligándola a abrirse de piernas. Fue entonces cuando ella notó su erección, y se le escapó un gemido, que lo estimuló más. Con las manos recorrió todo el cuerpo de Carlota, sin quitarle la ropa, entreteniéndose en acariciarle con más intensidad en aquellos lugares que parecía gustarle más.
Ella estaba extasiada. Con un ansia enfermiza le besó y le mordió, y cuando se le acabaron los lugares donde morder, lo obligó a sentarse para poder quitarle la camisa.
Con el pecho desnudo, él aprovechó que ella también estaba sentada, y volvió a hundir su mano bajo la falda, esta vez por delante. Primero la acarició con delicadeza, y ella gimió. Luego, de forma brusca, enterró los dedos en su interior, caliente y húmedo. Ella gritó y recostó hacia atrás, boca arriba, para facilitarle el acceso. Él aumentó el ritmo, e introdujo otro dedo. Ella se agarró a las sábanas, mientras gemía como no lo había hecho nunca.
Pero antes de que ella alcanzara el clímax, el paró. Aturdida, observó como se quitaba los pantalones, y después los calzoncillos, quedando completamente desnudo. Ella seguía vestida. Durante un instante él la miró a los ojos, a la vez que le acariciaba la mejilla, con infinita ternura. Siguió acariciándole, esta vez los labios, y la volvió a besar, cogiéndola de la nuca, levantándole un poco la cabeza. Después, despacio, se separó, y ella se subió la falda, casi al mismo tiempo que el empezaba a bajarle las bragas, muy muy despacio, mientras se colocaba justo encima de ella.
Entró dentro de ella, poco a poco, y casi al instante tuvo el primer orgasmo de la noche. Mientras ella gritaba, él empezó a moverse más rápido, con más fuerza, más salvajemente, mientras excitaba el resto de su cuerpo con los dientes y la lengua. Pronto, Carlota tuvo otro orgasmo, y luego otro más. Él estaba agotado, sudoroso, tanto que las manos de Carlota resbalaban por su espalda. Y, cuando ya no pudo más, la abrazó con toda la fuerza que le quedaba, penetrándola una última vez, con fuerza, y la besó sediento, antes de unir sus gritos a los de ella.
Y quedaron así, abrazados, húmedos y acalorados, satisfechos, envueltos entre las sábanas, mientras abajo todavía se escuchaban las risas de los demás.

Carlota no sabía cuánto tiempo había pasado cuando despertó. Notó unos brazos que la rodeaban. Era Jaime. Estaba dormido, y aún era de noche. Lo miró durante unos minutos, sonriendo. Los dos estaban vestidos. Carlota dudó.
¿Lo había soñado?
Entonces, mientras contemplaba a Jaime… Te quiero. No. ¿Lo quería? Pensó en Fernando. No, no prefería que fuera él quien estuviese tumbado a su lado. Pero también había creído quererle a él. ¿Había confundo amor con una obsesión? ¿O estaba confundiendo ahora la amistad con el amor?
Mientras pensaba en todo esto se acurrucó más contra Jaime, y lo abrazó como pudo. Estaba tan a gusto a su lado…
Y entonces se abrió la puerta.
Carlota se incorporó. Fernando la contemplaba desde fuera.
- Carlota, ¿puedo hablar contigo un momento?

viernes, 20 de marzo de 2009

Creando fantasías



Por aquella época era casi un dios para ella. Bram tenía doce años más que Chantal y una pose dura y retorcida que los niñatos de la edad de Chantal intentaban imitar inútilmente. Era pequeño y delgado y siempre llevaba unos pantalones vaqueros negros muy ajustados y camisetas llenas de rotos. Se cortaba el negro cabello a trasquilones y su rostro era atrayente y anguloso. A Chantal le había impresionado mucho el hecho de que no sólo hubiera estado en Londres, sino que, además, hubiese frecuentado el club nocturno de donde habían salido los primeros punks neogóticos.


Se acordó de la primera vez que oyó a Bram recitar sus poemas. Fue en la universidad. Ella llegó temprano para reservar un asiento en primera fila. Al acabar el recital, sintió el deseo de decirle algo, aunque no sabía qué. Pero todavía era muy joven y se sentía intimidada por las mujeres bellas y los chicos delgados y pálidos que se apiñaban alrededor del poeta. Chantal se mantuvo a unos pasos de distancia mientras él hablaba con una chica rubia que irradiaba un atractivo que ella no creía poseer. No obstante, al cabo de un rato, él la miró y la intensidad de su mirada hizo que Chantal se diera la vuelta y saliera todo lo rápido que le fue posible sin echarse a correr.

Después de aquella primera vez, Chantal no se perdió ni un solo recital de Bram. Una noche, según salía, sintió una mano en el brazo. Por alguna extraña razón, supo inmediatamente que era él. Se dio la vuelta y le dijo:

- Eres mi ídolo.

Después se sonrojó hasta las orejas. Él sonrió.

Para disimular su vergüenza, Chantal le preguntó algo sobre el tatuaje que tenía en el brazo. Bram le explicó que era un símbolo de los antiguos alquimistas. Le preguntó si creía que los metales se podían transformar en oro, pero no escuchó su respuesta.

- Vámonos – declaró Bram cogiéndola de la mano. Ella no preguntó adónde.

Se acordaba de la primera noche que paso con Bram como si fuese ayer. Cuando llegaron a los suburbios de Darlinghurst, él la condujo hasta un estrecho callejón y bajaron por unos escalones que conducían a un apartamento diminuto. En el salón había una cocina americana en una esquina, un sofá con los muelles rotos y gran cantidad de libros y discos desordenados por el suelo. En la otra habitación había una cama, mucha ropa sucia y una mesita baja con una pipa de agua y un cenicero repleto de colillas. El único otro mueble era una silla plegable de madera. El apartamento apestaba ahumo rancio, a humedad y a sudor. Bram abrió una nevera ancestral y sacó dos botellas de cerveza. Las abrió de manera rutinaria en el borde de la encimera, le dio una a ella y, sin mas preludio, se dirigió hacia el dormitorio. Ella observó las chapas que habían caído al suelo.

Siguió a Bram hasta la puerta del dormitorio. Él se estaba haciendo un porro sentado encima de la cama. ¿Qué estoy haciendo aquí?, se preguntó ella. ¿De verdad es esto lo que quiero? ¿Qué me seduzcan sin ninguna ceremonia, sin ningún romanticismo? Estaba nerviosa y excitada, y también un poco molesta, aunque más con ella misma que con él. Indecisa, apoyada en el marco de la puerta, se quedó mirándolo con la cerveza en la mano.

Bram le dio una calada al porro y se lo ofreció.

-Ven aquí, pequeña –dijo dando unas palmaditas en la cama.

-Natasha* -le corrigió ella en un susurro. Se sentía humillada. Ni siquiera le había preguntado cómo se llamaba -. Me llamo Natasha, y no soy tan pequeña. –Después bajó la mirada, consciente de que se estaba sonrojando.

-Ven aquí, Natasha –dijo él.

Ella no se movió. El se encogió de hombros y le dio otra calda al porro.

En las fantasías de Chantal, él se había esforzado un poco más por seducirla. En sus fantasías, él había fingido interesarse por sus poemas. En sus fantasías, él al menos la había intentado cómo se llamaba antes de intentar llevarla a la cama.

En realidad, cuando Bram la volvió a llamar estuvo a punto de irse.

Pero no lo hizo. No podía renunciar a sus sueños tan fácilmente. Se acostaría con él, pero bajo sus condiciones, no las de Bram. Se puso todo lo erguida que pudo; hasta entonces había estado un poco encogida para que él no pareciera más bajo que ella, que lo era. Lo miró a los ojos. El sonrió, pero ella le respondió con una fría mueca de desprecio.

-Quítate la camisa –le ordenó ella.

Él la miró sorprendido.

-¿O es que prefieres que me vaya a casa?

Chantal notó en la mirada de Bram que el juego le gustaba. Él apagó el porro en el cenicero, se quitó la camisa sin desabrochársela, se recostó y se apoyó sobre los codos.

-¿Y ahora qué, Natasha? –preguntó.

-Los pantalones, las botas, los calcetines.

Bram obedeció.

-Buen chico.

Chantal dejó la cerveza, sacó el mechero del bolso y dio la vuelta a la habitación encendiendo las velas que había colocadas en el suelo. Bram la observaba intentando parecer tranquilo, aunque es difícil parecerlo cuándo sólo llevas puestos unos calzoncillos rojos. Ella observó que se estaba empalmando.

Al entrar, Bram había encendido la lámpara de le estantería que había al lado de la cama. Ella se arrodilló sobre la cama para pagarla. Al hacerlo, él le cogió la pierna, justo encima de la rodilla, con su mano huesuda. Ella le miró la mano.

-Suéltame- dijo Chantal. Él la soltó y la miro con curiosidad.

Hombres. Hay que tratarlos con dureza para mantenerlos a raya. Que gran verdad. Se sentó en la silla y cruzo las piernas.

-Quítate los calzoncillos- le ordeno

Bram se los quito.

-Buen chico- volvió a decir ella con voz condescendiente.

El estaba mas salido que un toro semental. Ella se rió y eso pareció excitarlo todavía mas.

-Mastúrbate- le dijo.

El corazón le latía con fuerza. Estaba nadando en aguas desconocidas. Nunca había visto a un hombre correrse. Estaba hipnotizada por el ritmo de su mano y el olor a incienso de las velas. Separo las piernas.

Sin dejar de masturbarse, Bram observo como ella se quitaba la camisa uy luego la falda, muy despacio. Después vio como se desabrochaba los cordones y se quitaba los zapatos y los calcetines que, por supuesto, eran negros. Chantal llevaba puesta su combinación favorita, un modelito de raso negro que había conseguido a precio de saldo porque tenia descosido el dobladillo. Sin quitarse la combinación, se deshizo de las bragas contoneándose como una serpiente.

Se sentó y estuvo observándolo un rato.

Abrió las piernas un poco mas y se subió la combinación justo lo necesario para que el pudiera verle el sexo. Estaba empapada. Se metió los dedos dentro, los saco y se los chupo.
-Natasha, por favor – gimió el.

Ella no le hizo caso y se masturbo lentamente hasta alcanzar el orgasmo. Se sentía poderosa, atractiva y sucia; una combinación realmente maravillosa. Al correrse, echo la cabeza hacia atrás y cerro los ojos. No lo oyó levantarse, pero sintió sus labios calientes en el cuello y otra mano acariciando su sexo. Bram estaba inclinado delante de ella, besándole la cara, los ojos, el pelo.

Cayeron encima de la cama con una pasión irreprimible. El le chupo los pezones con fuerza. Ella castigo los de Bram con los dientes y las uñas y lo obligo a ponerse boca arriba. Lo hizo gemir frotándole la cabeza del miembro con los labios de su sexo, hasta que por fin lo engulló por completo, subiendo y bajando una y otra vez con todo el peso de su cuerpo. Luego se inclino hacia delante, lo abrazo y giraron hasta quedar tumbados de costado, todavía unidos, follando y besándose sin parar. A estas alturas, se estaban restregando sobre un charco de sudor compartido; Chantal no podía diferenciar los latidos de su corazón de los del corazón de Bram. El movía el cuerpo de ella como sus versos movían sus pasiones. De repente la agarro con fuerza de las nalgas y, con un grito entrecortado, se corrió dentro de ella. Al notar el chorro de esperma caliente, Chantal tuvo un nuevo orgasmo. Según yacían tumbados, jadeando, abrazados el uno al otro, Chantal supo que acababa de tener la mejor experiencia sexual de toda su vida. Por ser una mujer con poca experiencia, naturalmente, confundió el sexo con el amor.



Dianne

Violación


Ya era hora de irnos de fiesta.
Me puse ropa ligera y cómoda.
Tocaba discoteca.
Tras haberme maquillado, me dispuse a salir.
El taxi estaba esperándome abajo.
Una amena conversación con el conductor.
Me chocaron sus ojos.
Y su forma de mirarme, de hablarme..
No le dí más importancia.
Mi parada.
Bajé y me reuní con mis amigos.
Nos quedamos fuera un rato bebiendo y haciendo de lo nuestro.
Entramos.
Luces, música, gente..
Aquel ambiente era genial.
Estaba rodeada de chicos y las hormonas respondían por sí solas.
Bailaba.
El sudor se hacía de notar.
Me daba igual, yo seguía moviéndome como mejor sabía.
El alcohol era el alma de la fiesta.
En uno de aquellos tragos, sentí cómo algo sólido se despejaba por mi garganta.
¿Droga quizá? Efectivamente.
No iba lo suficientemente consciente como para haberme dado cuenta.
Me lo tomé como una broma, total, no podría pasarme nada tan grave.
Mis caderas hacían su trabajo.
Y sin percatarme, cada vez iba enseñando un poco más de carne.
Tenía mucho calor, así que me fui al baño a mojarme un poco la cara y de paso retocarme.
Escuché una voz, que me era conocida.
Me extrañé, ya que era una voz masculina y yo estaba en el lavabo de las chicas.
No estaba sola.
De pronto, alguien me coge de la cintura y me da besos por el cuello.
Una parte de mí, tenía miedo, pues era un completo desconocido, pero por otra, quería seguir, quería llegar más lejos.
Me agarró fuerte de la mano y me metió dentro del aseo.
Creo que nunca se habían deshecho de mi ropa tan rápido.
Aquello era un descontrol, sin duda.
Empecé a encontrarme mal.
Él seguía.
Yo queria parar.
Siguió insistiendo.
Me puse nerviosa.
Le miré a la cara con ojos llorosos, rogando que parara.
Mirarle me impactó.
Aquel chico, era el taxista que me había traído.
Lo tenía todo planeado.
Insistí impacientemente.
Gritaba.
Pedía ayuda.
Nadie me escuchaba.
Me estaba violando..
Perdí la noción del tiempo.
De repente desperté.
Estaba tirada en el suelo.
Esta vez, estaba sola.
Ni el maquillaje ni la ropa hacían ya su función.
Salí del baño con la intención de volver con mi grupo.
No los encontré.
Abrí la puerta de la discoteca.
Miré al cielo.
Era de día.
Quería irme a casa.
Estaba lleno de taxis esperando ganar un poco de dinero.
De pronto ví cómo una chica, en muy mal estado, subió a uno de ellos.
No podía creérmelo.
El que le acogió fue el mismo taxista que hacía unas horas se había aprovechado de mí.
No pude reaccionar.
Él se percató de que yo le estaba mirando.
Me sonrió con malicia y se fue.

jueves, 19 de marzo de 2009

Planes puah! improvisacion way!


Planes puah!.

Los odio.

Siempre que planeo algo, sale todo mal.
El 24 de enero del 2009 decidí que no planearia ninguna super fiesta nunca más.


Al menos no de 30 personas.
Ayer fue mi cumpleaños.
Por lo tanto hoy es 1 de agosto.
Me gustan las noches, los dias que se improvisan.
Así que como ayer definitivamente decidí no volver a planear nada.
Decido contarlo.

Dos meses planeandolo.
Este año queria celebrar mi cumpleaños, en la playa de noche.
Como tengo diferentes grupos de amigos siempre suelo celebrarlo por separado.




La unica persona que no podia venir, la que más queria que viniera.
Pero bueno, sabia que lo podia pasar bien.
Bebidas etílicas.
Llego tarde.
Como es el día de mi cumpleaños, no em importa lo más minimo.
El que quiera que se queje.


Aunke se que no te voy a ver se que no vas a venir, mi subconsciente actua de modo que me visto justo como se que más te gusto.
No me iba a poner unos tacones, ni tampoco una liga con unas medias caras y bonitas.
Quedaba mejor, unas converse falsas, rayadas y rotas, un cadena con un candado al cuello, y una medias de rejilla rotisimas, con una minifalda escocesa y unos cuantos imperdibles.

Me quedan 300 m para llegar.
Ya les avise de que no queria bromas estupidas de esas nuestras.
Ni queria que si había alguien en la playa supiera que era mi cumpleaños.

Aún así todos sabian que yo queria el protagonismo de la noche, todos me conocian un minimo.
Lo primero que veo una pancarta enorme en la playa y no había nadie.
Mi movil empieza a sonar lo descuelgo.
Tenia que seguir unas flechas.
Las sigo llego y sigo sola.
La hora y el sitio las había puesto yo en mi fotolog, así que apareció algún que otro personaje.
Me dicen por telefono que fuera a otro sitio no tengo ganas así ke me dicen que no improta que en 5 min estan allí.
De repente llegan todos, me empiezan a caer preciosos regalos, besos sonrisas, felicitaciones, abrazos...
Me pongo feliz pero ninguno me llena.

Tu sabias que no queria que me felicitaras.
No queria un regalo cutre.
Yo solo queria una noche contigo.
Como las que habíamos pasado otra veces.
Solos.


Pero a punto de cumplir los 17 años, una persona minimamente madura, comprende perfectamente que si un día alguien no puede venir pues no puede y ya.
2:oo am (ya día 1)
me levanto sola, y me voy al agua no soporto esas risitas, viene mi mejor amigo, a ti ya no te considero amigo, tampoko mi royo ni mi novio pero nose, eres tu y no tiene más.

Me abraza con todas sus fuerzas.
Nos quedamos viendo la luna.
Es la unica persona que sabe como me siento realmente por dentro.
Tras algunas experiencias pasadas, este chico me conoce mejor que yo misma.

Tu estas en el hospital en una sala de espera, a una amiga tuya le tocaba una cesarea hoy, por eso sabiamos de antemano que no podrias venir y que, con su novio en otro pais, por un viaje de trabajo, te quedarias con ella toda la noche.

Tu temblabas nervioso, querias ver esa niña d euna vez, lo estabas esperando desde hacia mucho.
Pero aún así no querias estar allí.
Ella lo sabia.
A las 2:00 la niña estaba durmiendo la madre despierta y en perfecto estado, tu las habías visto bien.
Y no decias palabra.

Me quede observando la luna, mi mejor amigo dijo esta frase:
-Tengo que hacer una llamada muy importante, me prestas tu telefono? esque me he quedado sin bateria.
-Por supuesto.

De repente toda la gente me ve y deciden entrar en el agua corriendo salpicarme mojarme toda, ahogarme y esas cosas, me quedo subida a los hombros de un amigo cualquiera.
Haciendo una lucha de "a ver quien tira antes a quien"
gano(H) estoy temblando pero el imbecil que me tiene a hombros ni se da cuenta ni me escucha !!
Me tiro al agua y me salgo fuera.
Ha pasado más de 1h con la tonteria.


Me seco y veo a mi mejor amigo hablando contigo.
Corro como nunca he corrido tiro la toalla al suelo.
Estas en el paseo no has entrado en la arena.
Doi un enorme salto y me subo a tus brazos.
Me das el mejor abrazo que me han dado nunca.

Me empiezas a medio comer pero no llegas, a mi boca.
Y me susurras "felicidades" a la oreja.

Me giro y mi mejor amigo ya no esta.
A nuestro lado mi bolso con todas mis cosas.

Toco tu bolsillo.
Justo lo que queria encontrar.
Las llaves de tu piso, que está vacio.

Te miro a la cara ya bajada de tus brazos.
Me empiezas a vestir.
Que sensación más rara siempre había sido al reves!!
Me giro y miro a la cara a mi mejor amigo.
Me manda un beso por el aire y con un gesto me dice"largate".
Miro al resto de la gente, no parece que se vayan a inmutar de que no este.
En realidad es solo una paranoia mia, claro que quieren que esté, pero prefieren que me vaya donde quiero estar.

Sin despedirme me marcho contigo.
Llegamos en 10min a tu piso cogiditos de la mano.

Me ducho(ya que voy llena de arena).
Y salgo.
Me dejas una de esas camsietas tuyas, que me vienen enormes.
Estas en el sofa.
Me acerco me abrazas, nos quedamos mirandonos un rato.
Me empiezas a comer por el cuello, besitos y mordiscos, suaves, que van aumentando su intensidad conforme pasa el tiempo.
Nuestras bocas se encuentran, nuestras lenguas, me coges en brazos y me llevas a tu cama.
La ropa tarda poco en desaparecer.


Pasa.
Debia pasar.
Todo el mundo desde la playa sabia que estaba pasando.

Tus manos estan en zonas prohibidas, pero que para nosotros hacia ya un tiempo que eran conocidas.
Mis manos igual.
Tu boca recorriendo mi cuerpo de arriba abajo.
Y de repente, susurras frases que antes habías dicho, pero que esta noche sonaban mejor.

-Me gustas muchisimo. Necesitaba tenerte entre mis brazos. Estar entre tus piernas...
-Sabes que yo ... sabes que yo no soy de las que dicen ...sabes que yo...
-Te quiero.

Y lo dijiste.
Mi corazon estaba palpitando desesperadamente.
Llevabamos cinco meses, durmiendo juntos algunos sabados, algún día de fiesta...
Pero siempre lo habíamos dejado en pura atracción.
En ese momento me di cuenta de que te queria más que a nada.
Estabas dentro de mi y yo no podia pensar me quede en blaco estaba quieta.

-Estas bien? te pasa algo? que te ocurre?

Vuelvo en mi rapidamente reaciono ...

-Yo también te quiero.

Y seguimos así toda la noche.
Hasta que del propio cansancio, nos quedamos dormidos.

10:00 de la mañana nos despertamos.
Nos vestimos.
Yo me pongo ropa de mi mochila, bastante más decente que la día anterior. Cojiditos de la mano como si no nos pudieramos separar nos dirijimos al hospital.
Y por el camino me entero de que mi mejor amigo, había llamado a tu mejor amiga, y despues de las respectivas felicitaciones etc etc...
Le había contado todo.
Y te había obligado a venir.
Porque tu, no podias dejarla sola.
En realidad, mi mejor amigo esta noche te ha sustituido.
__


Hoy es día 31 de Julio de 2010.
Ya tengo 18 años.
Hoy es mi cumplaños y el de la nena.
Es preciosa, y vamos a celebrarlo todos juntos.
En la playa

Ahora te veo practicamente todos los dias.
Y en septiembre empiezo a vivir contigo.
Me pilla... más cerca de la universidad.



Inspecciona su cuerpo



-¿Estás sola?
-Si
-Yo también, vente a mi casa.

Como un puñetazo en la boca del estomago, de estos que te cortan la respiración y te ponen los pelos de punta. Las piernas tiemblan y no sabes si vas a ser capaz de volver a respirar tranquila algún día.
Se mira, inspecciona su cuerpo, son las 2; hay un vaso de leche esperándola en la nevera y su pijama sobre la cama. Se mira, inspecciona su cuerpo ¡Joder! Son y 10.

-Pero es tarde.
-Hay metros toda la noche.

Dan ganas de gritar de rabia, rabia profunda, de la que nace en las puntas de los pies y crece como un tornado hasta colocarse entre los labios. ¿No proclama su locura a los cuatro vientos? Esto se pone difícil, cree estar zumbada ¿Pero tanto? En realidad ya no se debate la peculiaridad de la mente, ni la cordura, si no si vale o no vale. Y vale o ella decide que vale. Se mira, inspecciona su cuerpo, son y 20.

-Ok, tardaré un rato.

Follar siempre le ha parecido una palabra burda, animal, sucia, por eso usa otras expresiones, “Tener sexo” “Acostarse”… Pero esa noche, si ha decidido calzarse y salir de casa a y 30, es porque quiere follar o que la follen, aun le queda media hora de camino andando y otra media en metro para pensar que es lo que está buscando.
Es extraño que los seres efímeros amen las cosas efímeras, tal vez es por culpa de la identificación, tal vez es porque lo eterno solo dura unos segundos… Sabe que si durase mucho más le enervaría los nervios el sentirse atrapada.

Las calles están llenas, es lo que tiene una ciudad en fiestas. Se siente como un fantasma andando entre lo real y lo irreal. Sigue si saber que busca al entrar en la estación. Se mira, inspecciona su cuerpo, son las 3 menos 5, parece que hayan hecho el horario para ella, pasa el metro y lo observa, lo observa con puro despecho “¡¿No ves que así no puedo pensar?!” Tal vez si los golpes en la boca del estomago fuesen más fuertes, habría podido caer desmayada, pero no hay nadie con el puño cerrado y en el vagón más solitario se sienta, vista al cristal oscuro, prefiriendo evitar cruzar miradas con borrachos, enfermos y violadores. Está segura ahora si, que lo que quiere es un buen trago que relaje sus nervios, pero como no chupe la mancha de vodka que hay en el tapizado del asiento de al lado no tiene más que aguantar.

Transbordo.

Si, definitivamente los horarios los han hecho a su gusto. Los trenes parecen alcahuetas y ella una prostituta que a las 3 y 4 acude hacia su cita, como el servicio de taxis, él llama y la que esté más cerca lo recoge. “¿Quien me recogerá a mi después?” Aun que sea imposible con cada parada que avanza se siente más sucia y nerviosa. “Debería haber lamido esa mancha”

7 paradas
6 paradas
3 paradas

“¿Me he dormido o han desaparecido paradas?”
Se mira, inspecciona su cuerpo y se siente horrible, pero no sabe si es culpa de que de verdad esta hecha un asco o es que su mente no quiere tolerar lo que va a pasar.

2 paradas
“Aun puedo coger el metro de vuelta”
“Cobarde”


1 parada.

Ya lo he dicho: amamos lo efímero. Ella quiso que el tiempo se detuviese entre túneles, pero no pudo hacerlo, así que masticó aquellos minutos sacándoles todo el jugo, como a un chicle.

Es inevitable ser coqueta aun que se te vaya a salir el estomago por la boca, por eso en el primer cristal que se puede reflejar, se adecenta el pelo y aun que no ha llorado (todavía) se seca los ojos. Él debe estar arriba, esperando.
La espera no es eterna, porque si algo nunca llega, acabas por dejar de esperarlo.

-Has tardado.
-Te he dicho hace un rato que tardaría.

10 minutos más de pensar, si los silencios mataran, la muerte les habría degollado a ambos; pero sus cabezas, o al menos la de ella, es como una batidora modo turbo.
El patio parece “mare” y ambos suspiran.

-Vamos por las escaleras.

Él pasa delante, la situación es insostenible, no, ciertamente si ella ha hecho una hora de viaje no es para hacer batido de sus pensamientos delante de él. Sigue sin saber lo que busca, pero a lo mejor no es buscar si no encontrar, se hace a la idea de que ha chupado el tapizado y mientras él abre la puerta, desde atrás, ella le pone la mano en el muslo, sobre el vaquero.

Como pasar de off a on.
La puerta se abre y antes de darse cuenta se encuentra contra la pared de una habitación que no ha visto nunca, ni tampoco ahora. Tiembla durante 4 segundos, le encanta cuando un tío le pone la pierna entre sus piernas y hace presión, le encanta sentir la pared fría contra su espalda y esa necesidad naciente de quitarse “YA” toda la ropa.

“¿Me quitas la ropa y me follas o te quito la ropa y te follo?”

Se mira, inspecciona su cuerpo y descubre que arde.

Desnudar a alguien es algo que puede durar mucho o nada, desnudarte a ti mismo puede llevarte toda la vida o puede resumirse en una frase.

“Botones obedientes, el ritmo lento de una cremallera, caricias que no piden permiso” Su mente recita.
“Un susurro al oído, un beso en el cuello, mi piel se pone en guardia, un dedo repasa mis labios, mi lengua investiga”

La ropa desaparece.

Oscuridad, luz blanca, no, mejor en rojo.

-Se estará calentito aquí.
“¿Calentito? Me quemo”

Los espejos situados en puntos estratégicos. Tal vez uno en el techo acabaría de dar el morbo a todo esto. ¿No sería excitante directamente hacerlo en la casa de los espejos? La casa de ella está llena de ellos, lo invitará un día. Su madre es algo narcisista.

Gime.

Él toma el control, el sexo es como tocar un instrumento, si lo haces bien, la melodía puede sonar muy dulce. Sus dedos acarician y la boca de ella se abre dejando escapar siseos.
Le encanta cuando la sujetan con fuerza para que no pueda escaparse y así fingir que se resiste, se suelta de un brazo y sonríe satisfecha.
La mano rodea el miembro de él, se lame los labios “¿Cómo podía haberse planteado quedarse en casa?” La muerde en el hombro, se retuerce.

-Quiero más.- le susurra en el oído y siente como crece un poco más contra su palma.

“¿Quiero follarte o que me folles?”

El final es igual, aprieta los dientes, pero lo recibe con una sonrisa, tira el cuello hacia atrás y en cuanto puede volver a reaccionar su mirada se desvía a uno de esos reflejos que dan una visión erótica, aun que nunca he sabido donde está la línea de separación entre erotismo y pornografía.
Es piel contra piel, sexo en estado puro y a pesar de que parezca que tiene una mente pervertida, le encantaría estar grabando eso para poder verlo una vez detrás de otra, las noches que él decida no invitarla a su casa.
Entonces… “Si es él quien decide cuando y donde, es él quien me está follando” Aprieta más fuerte la pierna que le rodea y su cara se vuelve el de una fiera, había olvidado que ella es un jodido taxi.

No podría describir un orgasmo masculino, no podría describir uno femenino con exactitud. Se está calentito. Se mira, inspecciona su cuerpo, el de él a través del espejo de la pared, se deleita con el vaivén de las caderas y decide que “¡Dios! Esto debe repetirse” justo en ese momento la embestida despierta algo, parece que se vuelve una carrera por llegar a la cima, y le da igual quien folla y quien es follado, acelera el ritmo de subida.

Grita

Una explosión de partículas diminutas, un hormiguero entero recorriéndole el cuerpo, pequeñas contracciones, que lo aprisionan, lo retienen. Un deleite para los oídos, para el cuerpo, pechos tensos, inspira y expira, y el corazón no se relaja.

Y cuanto más breve y efímero, más disfrutamos.

Odio volver a la realidad y que me den el puñetazo en el estomago.



-¿Estás sola?
-Si.
-Yo también, vente a mi casa.
-Pero es tarde.
-Hay metros toda la noche.
-Buff, está lejísimos y estoy cansada, paso.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Chico misterioso

Era una noche más en la que salía con mi amiga a dar una vuelta.
Típica rutina, donde todas las noches eran iguales e íbamos a los mismos sitios.
Quién iba a decirme a mí, que aquella noche, mi suerte cambiaría.
Íbamos caminando por la calle cuando nos topamos con unos amigos suyos, y me los presentó.
Era una pareja y aparte otro chico.
Nos sentamos en un banco, yo me puse arriba, y debajo mío el chico soltero.
No le conocía más que cinco minutos y nos cogimos de la mano y nos hicimos cosquillas.
Yo me puse un poco nerviosa, pero lo disimulé.
Mi amiga fue a buscar a otro amigo y yo me quedé con el resto.
Me tumbé en un banco aparte, y aquel chico, me acompañó.
Dijo que no quería volver a su casa y yo ni corta ni perezosa le dije que si quería, yo me podía quedar con él.
Aceptó y se dispuso a llamar a su mejor amigo, ya que éste tenía un terrado donde podíamos pasar la noche.
Así fue, tras un largo tonteo fuimos allí.
Solos él y yo.
Nos tumbamos, y aunque suene a cuento, mi intención era dormir.
El suelo estaba frío y un temblor me recorrió todo el cuerpo.
Fue inevitable, él se pegó mucho a mí.
A pesar de la oscuridad, noté cómo sus ojos se fijaban en los míos.

-Quisiera decirte una cosa.
-Dímela.
-Bueno, más bien es hacer...
-Pues hazla.
-Es que nosé si te molestará...
-Prueba a ver.
Me besaste.
A ese beso le acompañaron un sinfin de caricias.
Fue algo extraño pero intenso, ya que apenas sabíamos el uno del otro.
Te pusiste nervioso y no pudimos continuar.
Yo te dije que no pasaba nada, que había más días.
Aquel terrado era nuestro escondite favorito.
Donde más de una vez jugábamos a nuestras anchas.
La atracción cada vez era más favorable.
Estábamos hechos el uno para el otro.
Me llevaste a tu casa.
Me presentaste a tus padres.
Y tu habitación era el centro de nuestras acciones.
Donde la ropa no existía.
Donde los besos no cesaban.
Donde lo hacíamos salvajemente, sin parar, una y otra vez.
Acabé enamorándome de tí.
El sexo y el amor iban complementados.
Cada noche era una locura distinta a tu lado.
Me hacías ver las estrellas.
Los orgasmos eran los triunfadores.
La delicadeza de tus dedos me ponían de una manera descomunal.
Tu lengua, puf, aquella lengua hacía demasiado bien su trabajo.
No importaba el sitio, fuera donde fuera, lo ansiábamos.
Y así fue la historia de aquel chico misterioso que me daba lo que yo necesitaba,por alguna razón desconocida.

Rojo busca guerra



Me levanto, me miro al espejo, me lavo la cara y me meto en la ducha.
Me conecto.
Estas conectado.
Me llama mi mejor amiga, la cual está saliendo con tu mejor amigo.
M: oye Layla quedamos esta tarde? Es que he abierto el armario y no tengo nada para ponerme >O<
L: Myriam tienes el armario lleno…ponerte para?
M: para la fiesta!
L: que fiesta?
M: la que Adriano a organizado en la playa!!
L: ._. No estoy invitada.
M: que?
L: adiós
Cuelgo.
Me deprimo.
Me meto en la cama.
Y me cojo del estomago.
Me cabreo me levanto y le mando un e-mail:
*e-mail Layla->Adriano*
No hace ni 5 días que quedamos nos liamos en aquel pequeño jardín de detrás de tu casa. Tu estas con Sandra, si, pero llevas desde antes de salir con ella diciéndome que la que realmente te gusta soy yo. Y no solo a mí sino a la gente. Organizas una fiesta y no me invitas? O es tu princesita que no te deja? Pues esta noche vas a flipar.
Buf me gusta tanto…No se lo puede imaginar, todas esas tardes que ha venido, somos vecinos y Sandra en cambio vive lejos.
Físicamente Sandra no me gusta nada.
Si estoy con ella no sé ni porque es.
Encima me empieza a prohibir, parezco idiota verdad?
Layla, ahora está enfadada. Y con lo que me pone a mí y a la mayoría de tíos que van esta noche a la playa, va a ser una bomba.
Y las novias…madre de dios…esto me pasa por idiota!!
Esta noche dejo a Sandra.
*sms Adriano->Sandra*
Layla viene est noxe. Lo siento xro no lo puedo evitar, vienen tods y no seria justo.
Ad+ viene ast su mejor amiga. Te dixo 1000 vcs q solo es 1 amig. Tomatelo como kieras.
*sms Sandra ->Adriano*
Ni de coña, o va ella o voy yo.
No le pienso contestar que haga lo que quiera.
17:00
Me dispongo a salir de casa.
Voy…digamos normalita…
Cojo las llaves de mi coche, ( parece que me lo haya regalado mi padre del palo de”niña rica”, pero no. En realidad mi hermano mayor me pego una gran afición hacia los coches y yo solita, currando me lo he comprado.) Salgo fuera y lo primero que hago es, desde detrás de la columna de la cual Adriano desde su casa no me puede ver, mirar a ver si esta asomado y efectivamente. Me esta mirando.
Saco toda mi chulería, que se lo va a creer el!
En realidad no necesito comprarme nada ya que es una fiesta en la playa, quedo con Myriam y me dispongo a mirar bikinis.
Me gusta más mi bikini rojo, pero acabo de ver uno blanco que con mi tono de piel morena quedaría precioso.
Lo compro.
Me despido de Myriam y me voy sola a dar una vuelta.
20:00
Toda la gente está llegando a casa de Adriano para marcharse y el, fuera con una ropa de pijo que seguramente haya elegido su princesita.
Me dispongo a vestirme en 3s pero que aún así será demasiado tiempo para que me esperen.

Pero está loca? Es que no piensa hacer una de sus locuras? Esas que sabe que me gustan tanto. Como no reaccione, la noche va a ser muy triste. Será mejor que Sandra vea como me roba Layla los ojos, además la playa está a dos manzanas no se perdería ni aunque quisiera…pero si no se atreve…como no se va a atrever? Es Layla! Tsk! Me va a reventar la cabeza! Míralas, las dos tenían que llegar al mismo tiempo, las dos parecen hijas de papa, la diferencia es que, así como estoy viendo a Sandra bajar del coche rosa vestida (como no) de rosa, y con una pamela en la cabeza, Layla baja del coche y le sale una curiosa risa. (NORMAL!! Pero que novia tengo?) y a continuación sale vestida de negro. Con unos tacones, y no me hace falta mirar a toda la gente de la fiesta para ver que la miran con los ojos como platos. Hasta las chicas.
Debería ser supersónica para que la esperáramos.
Esta chica no piensa? como puede llegar a estas horas? Y sin cambiarse?
-Layla! Pon el modo supersónico, o nos vamos a ir sin ti!
-Myriam, no voy!
QUE? Como que no viene? Que va a ser de la fiesta sin ella?
-Myriam, haz que venga por el amor de dios!
-Yo me encargo o.-¡!
*Sms Myriam-> Layla*
Venga no seas cruel, está babeando ya! Me lo a pedido vente.
*sms Layla->Myriam*
Está bien, me pasare.
La cena, me la salto, me preparo para que Sandra coja confianza.
12:00
Es que no puede ser una fiesta normal? La gente ni siquiera ha empezado a beber, es como si la esperaran!
Y ella dice que va a venir?
Pues yo no la veo! Y no es precisamente una persona fácil de ocultar!
Me dispongo a prepararme, y elijo el “rojo busca guerra” ya he cambiado de color.
De todos los bikinis que tengo me pongo el negro..
Me suelto mi pelo liso y largo.
Mi pintalabios.
Me pongo un pareo rojo por supuesto, y unos tacones.
Salgo a la calle y justo en la casa de antes de llegar al paseo, está la fiesta de mi hermano mayor. Todos sus amigos se vuelven como perros, y me sueltan comentarios entupidos, pero que me halagan.
Soy como una perra, mi hermano les cierra la boca y yo, les envió una mirada lasciva.
Y empieza el juego.
Entro.
Toda la gente esperándome, estoy encima de la pasarela que llega casi hasta el agua. Le robo la mirada a Adriano y…
Por fin, pensé que nunca llegaría, oh dios mío, y yo con la petarda esta, voy a exagerarlo, no. Por como me esta mirando yo diría que ya se a cabreado suficiente.
Le cruzo la mirada, le miro, me mira.
Me cruza la mirada me mira, la miro.
La miro a ella, le están entrando ganas de llorar, todo el mundo me espera.
Perfectamente sobrios, no se lo quieren perder.
Sandra se levanta muy enfadada.
Creo que les voy a dejar la lucha a ellas.
Da media vuelta y se va.
Los planes no le han salido como quería.
Sigo caminando, en todo este tiempo no me he parado, mi hermano desde lejos y con su chica entre los brazos, observa el espectáculo.
Cada vez estoy más cerca del agua.
Me empiezo a quitar el pareo y lo tiro al suelo.
Me quito la camiseta, y voy en bañador, el cual tampoco va a tardar mucho en volar.
Me quito los tacones y me tiro al agua corriendo, y en cuanto puedo, de cabeza.
El detrás.
La luz desaparece, apagan las hogueras.
La playa entera en nuestra.
Ya voy.
No tardo más de tres segundos, no te escondas demasiado, que te quiero desnudar ya!
Aparece de repente le había perdido buceando, me coge ferozmente, me quita la parte de arriba y la lanza, la cojo rápidamente y me la ato a una pierna, me lame los pecho.
Me muerde, me pone!
Me despasa la parte de abajo, y sale flotando, la intento esconder, para cuando tengamos que salir.
La ato a la otra pieza y le quito el bañador.
Me quita el bañador. Dios mío cuantos años esperando a este momento, nos hemos bañado tantas veces en esta playa juntos, he querido hacer esto tantas veces…
Se la meto.
Me le mete.
A-Perfecto, todo el mundo sabía que iba a pasar. Mira, se han marchado, nos han dejado la playa para nosotros dos.
L-Nos han dejado la luna para nosotros dos.
A-Es todo tan perfecto, porque esto no va a terminar aquí, aún quedan muchas horas…
L-Mis padre no están, y mi hermano sabe que no debe estar.
A-Perfecto…eres mía, y vas a seguir siéndolo mucho más...Al final has elegido el color que más me gusta…
Ya no puedo contestar, de mi boca salen gemidos, gemidos que no van a cesar en toda la noche…

*


*

*

*

*

*Tragedia, no fue precisamente la palabra del día después.

lunes, 16 de marzo de 2009

oscuridad


Todo es más bonito en la oscuridad.
Recuerdas aquella noche vivida hace tantisimo tiempo?
Aún puedo recordar tus labios rozando debilmente los mios.
Y pocos segunos despues tu lengua dentro de mi.
El día siguiente, no deberia existir.
Tragedia.
Esa fue la palabra.
Pienso que en el momento del primer beso en la noche, el tiempo se tenia que parar, y va todo al contrario, el tiempo corre y tu gastas el tiempo en un abrazo.
Nuestros sentidos estan desarollados, de modo que si no eres cieg@ la vista es el que más sueles usar(mientras haya luz).
La oscuridad no gusta porque nos falta un sentido.
Pero a mi me encanta.
Despiertas todos tus sentidos.
Los utilizas todos a la vez.
Por fin la verguenza desapareció.
Fué una noche muy feroz.
Y no teniamos excusas etílicas como otras veces hemos tenido.
Lo mides todo cuidadosamente, las palabras los movimientos, las caricias, los besos, la intensidad de todo lo anterior...
Todo empezo con un doble plan mental.
Los dos no dejabamos de pensar lo mismo.
Ninguno pensaba que fuera a ocurrir.
Una noche que tenia la fama de ir a ser muuy larga se limito a unas horas tirados por rincones, y nos marchamos.
Yo nisiquiera iba a dormir en tu casa.
Pero acepte, realmente encantada.
Me extraño que te acostaras en la misma cama que yo.
Que eligieras la habitación más alejada...
Y empezo con unas cosquillas, y unas suaves caricias...
Y terminó con una desesperada pasión inparable...
-buf...
-creo que me he dado cuenta esta noche.
-Ya no hay...
-Ya era hora. A mi no me queda desde hace mucho. sabia que algún día se marcharia.
Se frenó la cosa y yo me quede con ganas de más, de mucho más.
Pero poco despues me di cuenta de que no tenia porque.
Era lo que tenia que pasar.
Y en este caso, habíamos sido muy valientes, y habíamos arriesgado demasiado.
Al día siguiente, tragedia no estaba allí.
En su lugar estaba un bonito beso de buenos dias.
Resultó que si no me hubiera gustado, habría sido el castigo por lo que soy.
Pero como si que me gustó, fué, como una recompensa, x ser como soy (H).
Layla